sábado, 25 de mayo de 2013

Capítulo 4

Capítulo 4

Cuando la noche anterior Al se enteró de que vivía en la mansión Mercier se quedó pasmado.
-¿Pero no te da miedo dormir allí, alejada de todo el mundo? Dios, esa casa es espeluznante –Para mí aquella casa era solo antigua. Nada espeluznante, ni terrorífica. De pequeña la imaginaba como una casa en la que vivían brujas y arañas gigantes trepando por las paredes mientras que el abuelo del marido de mi tía Maffi se comía cada pedacito de niño que se atrevía a pasar por delante de la casa. Pero, ¡por dios, son solo historias de niños!
-Es enorme. Por dentro no es espeluznante, ni por fuera tampoco. Es mágica –Me miró confuso mientras que cargaba mi bicicleta en la parte trasera de su descapotable. Se nos hizo tan tarde que se ofreció a llevarme a casa en coche, donde pudimos seguir con la conversación. –No sé si me explico –Movió la cabeza a ambos lados –A ver, cuando estoy en esa casa o en el pueblo es como si me transportase a otra época. Como si me metiese de lleno en alguno de mis libros. ¡Vamos, no me vas a negar que este pueblo no se parece al bosque de Hogwarts! –Hablaba con demasiado entusiasmo como siempre que hablo de libros.
-¿Qué?
-¡Hogwarts! ¿Qué pasa en este sitio, no os comunicáis con el mundo exterior? ¡Dios mío Al, Harry Potter! –Mi mirada atónita se clavaba en él. ¿¡Quién no conoce a Harry Potter!?
-No leo –Respondió severo, como si estuviésemos hablando sobre algo terriblemente doloroso.
-No sabes lo que te pierdes –Le respondí refunfuñando.
-Si lo sé –Aparcó enfrente de la casa de tía Maffi.
-Adiós y… gracias –Me despedí de él con dos breves besos en las mejillas y bajé del coche. Antes de entrar a casa oí su voz llamándome.
-¡Jane! Mañana hay una fiesta en un pueblo cerca de aquí. ¿Quieres que venga a buscarte sobre las ocho? –Levanté mi dedo en señal de aprobación y esperé a que se su viejo descapotable se desvaneciese en la noche para entrar en casa.
Así que aquí estoy, ocho de la tarde exactas esperando a Al, prácticamente un desconocido, para ir una fiesta en la que no conozco absolutamente a nadie y encima estoy como un  flan. Llevo todo el día para decidir que ponerme y al final me he decantado por algo arreglado, lo suficiente para que me dejen entrar a una discoteca, pero a la vez informal, por si me lleva a un botellón en medio de quien sabe dónde.
Un coche para enfrente de casa de tía Maffi. Me deslizó en la parte trasera del descapotable de Al sin darme cuenta de que conozco a la persona que hay en el asiento del copiloto.
-Hola Al –Me acerco para darle un beso en la mejilla –Hola Clive –Le miro lo suficientemente enfadada como para hacerle borrar la mirada de autosuficiencia que tenía segundos antes.
-Lo siento Jane, el muy idiota ha dejado su coche a no sé quién y aún no se lo han devuelto –Y así, yo en el asiento trasero y los dos hermanos en los delanteros salimos a la fiesta en… Bueno, en algún sitio
***

-Hola chicas, ¿me echabais de menos? –Gritó Clive. Me esperaba cualquier sitio menos esto. Estamos en una playa completamente a oscuras excepto por una hoguera en la que se sientan seis chicos alrededor. La música no es alta y ni siquiera es música de la que hace que te tiemblen los oídos, es música lenta pero agradable. Algunas de mis antiguas amigas la llamarían música depresiva pero a mí me gusta. Me encanta sentir cada punteo de la guitarra o como suben y bajas por las diferentes notas sin dificultad y poder imitarlos.
-¿Estás bien Jane?
-Perdón Al, estaba pensando
-Decía que si querías una cerveza –Borro de mi cabeza todos los recuerdos de las antiguas personas que alguna vez fueron mis amigas.
-No gracias, no bebo –Finjo una sonrisa. Al abre una cerveza y me saca una Coca Cola para mí. Nos sentamos con el grupo de gente que hay alrededor de la hoguera.
-¿Cómo te llamas?
-Janina pero me llaman Jane –Una chica con el pelo del color de los ganchitos naranjas que tanto le gustan a mi hermano intenta entablar conversación. Trato de parecer lo más extrovertida posible ya que el verano es muy largo y no conozco a ninguna chica en todo el pueblo.
-Bueno Janina pero me llaman Jane, ¿de dónde eres? -Ambas reímos antes aquel chiste tonto. Esta vez no tengo que fingir solo me relajo e intento congeniar lo mejor que puedo.
-¿Qué tenéis en este sitio con los interrogatorios? –Al que está sentado al lado de mí se ríe aunque la chica sin nombre del pelo color gusanito naranja nos mira confusa. –Perdón, soy de Madrid –Me ruborizo. Bueno, en realidad me hubiese gustado ruborizarme pero mi cuerpo hace mucho que dejó de llenar mis mejillas con color con facilidad –Y tú, ¿cómo te llamas?
-Kod –La miro confusa. Nunca había escuchado ese nombre que es igual de peculiar que la chica que lo lleva.

-Es un apodo –Me dice un chico que aparece detrás de Kod y la apoya en su regazo. –Se llama Victoria, yo soy Lewis. Encantado –Estira la mano que aprieto con seguridad.

1 comentario:

  1. Ohhh me encanto <3 Me gusta mucho Al, aunque no me gusta que no lea, leer es imprescindible para vivir jajajajaj
    Sube pronto <3

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